La adicción a los videojuegos
El avance de las nuevas tecnologías ha permitido que existan hoy día una innumerable gama de videojuegos que nos permiten convertirnos durante un tiempo en protagonistas de mundos fantásticos.
El problema que puede presentarse es cuando esta afición por los videojuegos pasa el límite de lo considerado como normal, para convertirse en una afición patológica.
Cuando hablamos del término adicción siempre vienen a nuestras cabezas imágenes relacionadas con las drogas o el alcohol, pero hoy en día existen más tipos de adicciones que no están relacionadas con las sustancias químicas.
El origen de la palabra adicto proviene del latín “addicuts”. En la antigua Roma se conocía al “Addictus” como a la persona deudora que por falta de pago terminaba siendo adjudicado o entregado como esclavo a su acreedor.
Según la Real Academia Española de la Lengua, la palabra adicto significa: “dedicado, muy inclinado, apegado”.
Hoy día no podemos afirmar que exista un diagnóstico que avale la adicción a los videojuegos, pero si que podemos afirmar algunas personas pueden presentar en su comportamiento conductas adictivas hacia los videojuegos.
En este sentido, podemos encontrar en estas personas una presencia de sintomatología parecida a la que sufren las personas que presentan algún otro tipo de adicción, como pueden ser las drogas o el alcohol.
La primera incursión de los videojuegos se realizó en los años 70 en Estados Unidos, donde tuvo un éxito considerable entre el público en los salones recreativos.
El videojuego es un programa informático que mediante un dispositivo electrónico o consola y gracias a unos mandos o controles, nos permite simular juegos ya sea en la pantalla de un televisor, ordenador o cualquier otro tipo de aparato electrónico.
De esta manera podemos interactuar con estos juegos digitales experimentando unas sensaciones de realidad que consiguen que nos lleguemos a sentir identificados con los personajes.
Cuando los videojuegos se extendieron en nuestra sociedad, fueron considerados en un primer momento como un tipo de juego de entretenimiento tanto para niños como para adolescentes, pero hoy día son muchas, las personas adultas que son seguidoras de este tipo de dispositivos.
El problema radica y aparece, cuando cruzamos la línea que existe entre considerar al videojuego como parte de un entretenimiento, a tener la necesidad de pasar horas delante del ordenador o de la videoconsola. Este hecho puede llegar a provocarnos un aislamiento social importante. Podríamos hablar entonces de una adicción de tipo conductual. Cuando pasamos horas frente a un ordenador, en nuestro cerebro se produce una sobreactivación ante los innumerables estímulos que recibimos de la pantalla.
Por otro lado provoca que toda nuestra atención se focalice ante el juego, haciendo que nos aislemos de manera considerable de nuestro entorno.
El atractivo que presentan muchos videojuegos radica en el hecho de que podemos transgredir las normas sociales sin que ello vaya a comportarnos ningún tipo de consecuencia.
El avance de las nuevas tecnologías ha permitido que estos videojuegos sean cada vez más realistas. En este sentido el protagonista del juego, que está guiado por nosotros puede realizar cualquier tipo de acción, como luchar y pelear con otros o asesinar sin ningún tipo de riesgo, obteniendo en muchas ocasiones como premio aumentar sus poderes, avanzar a nuevos mundos o vidas extra para permitirnos seguir jugando la partida. Nosotros mismos nos convertimos en los protagonistas del juego.
Es evidente que las normas que rigen estos videojuegos, donde todo está permitido, distan mucho de nuestras normas sociales.
En el caso de los jóvenes y adolescentes, que se encuentran todavía en un proceso madurativo, es importante que exista un control por parte de sus progenitores.
Los niños y adolescentes en muchas ocasiones no llegan a diferenciar la ficción del videojuego y la realidad. Como padres podemos alertarnos ante este hecho si nuestro hijo o hija presenta algunos de los siguientes síntomas:
- Distracción ante otros temas.
- Irritabilidad, excitación, ansiedad o ira descontrolada.
- Descenso del rendimiento escolar.
- Problemas para conciliar el sueño.
- No saber controlar el tiempo que pasan delante de la pantalla, llegando a perder la noción del tiempo.
- Aburrimiento ante otras actividades que antes resultaban placenteras.
- Aislamiento social frente a amigos o familiares por el hecho de preferir jugar durante horas.
Ante esta actitud de nuestros hijos o de nosotros mismos hacia la necesidad de pasar horas jugando, resulta muy importante que controlemos el tiempo que pasamos delante del videojuego, realizando otro tipo de actividades lúdicas o deportivas que nos ayuden a relacionarnos con otras personas.
Pero no por ello, debemos negar que existen muchos videojuegos o aplicaciones informáticas que resultan beneficiosas, ya que por su contenido didáctico, presentan un componente pedagógico importante.
El problema principal radica cuando esta afición se convierte en un refugio para evitar el contacto con los demás, deteriorando de manera considerable nuestra calidad de vida.
Es importante que como padres seamos partícipes de los juegos que utilizan nuestros hijos como entretenimiento, y que seamos conocedores del tipo de videojuegos a los que les gusta jugar. De esta manera seremos conscientes si el uso de ellos puede llegar a provocar algún tipo de problema en su desarrollo psicológico y social.
En algunos casos, puede ser necesaria la intervención de expertos que pueden ayudarnos a controlar estos impulsos mediante tratamientos psicológicos que nos ayudarán a modificar nuestra conducta, haciéndonos comprender que para poder vivir de manera plena es necesario que exista un equilibrio en el tiempo que dedicamos a algún tipo de actividad.
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Autora: Alicia Jimenez Villafuerte
Soy licenciada en Psicología por la Universitat Oberta de Catalunya. Me interesa mucho el campo relacionado con las adicciones, ya que cualquier tipo de adicción ya sea física o química puede ocasionar en nuestro organismo grandes problemas tanto personales como sociales.
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