viernes, 12 de abril de 2013

¿Es el embarazo sólo una dulce espera?



¿Es el embarazo sólo una dulce espera? 

El embarazo y el nacimiento de un hijo es una de las crisis evolutivas vitales, y como toda crisis, implica conflicto y posibilidad de  cambio.

Cuando pensamos en una pareja embarazada, generalmente imaginamos una situación elegida, deseada y buscada. Imaginamos una mujer con su pancita incipiente, una enorme sonrisa, llena de amor y esperanza. Un marido que la acompaña, la sostiene y la mima. Una pareja sin conflictos que ha realizado el sueño de su vida: la trascendencia, la fundación de una nueva familia y la continuidad de la familia de origen. En general, pensamos en una situación idílica, romántica, ideal y por ende, utópica.

     Es verdad que el embarazo es una dulce espera, pero no es solamente eso. La gestación de un hijo es demasiado importante para generar sólo un tipo de sentimientos. Tener conciencia de la existencia de la ambivalencia es fundamental, porque está siempre presente en todo vínculo afectivo y por lo tanto no faltará en el embarazo ni después del nacimiento del bebé. Tener un hijo es un compromiso irreversible que produce grandes modificaciones en nuestra manera de vivir. Esto provoca sentimientos de alegría, satisfacción, amor pero a veces también aparece depresión post-parto, duelo por la situación perdida, rabia e irritación, sensación de vulnerabilidad y extrema sensibilidad.

Todo cambia. En el primer embarazo, los cambios son más radicales: se pasa de la relación de un hombre y una mujer formando solamente un vínculo de dos personas, a un padre y una madre creando un vínculo con un tercero: el hijo.  El hombre y la mujer dejan de ser solamente hijos para tornarse también en padres. Ambos se enfrentan a lo desconocido, a lo nuevo, a lo inédito y único. Es un momento de transición  muy importante que conlleva expectativas, anhelos, temores y dudas. Aparecen muchas preguntas como: “¿Saldrá todo bien? ¿Seremos buenos padres? ¿Será sanito? ¿Lo querrá más al bebé que a mí? ¿Podré seguir estudiando o trabajando? ¿Podré amamantar? ¿Volveré a mi peso?”

     Además de las modificaciones en la vida emocional tanto de la mujer como del hombre (y del vínculo entre ellos), el embarazo es un período de grandes transformaciones en el cuerpo. En la mujer aparece la preocupación por el mismo (que va cambiando gradualmente) y esto produce sentimientos de alegría, orgullo y plenitud así como también puede aparecer la sensación de sentirse fea, poco atractiva y lejos del ideal estético.  La actividad sexual de la pareja puede mantenerse igual, aumentar (debido a la libertad en relación a no tener que cuidarse para evitar el embarazo) o disminuir. La disminución a veces se debe a la fantasía de poder “lastimar al bebé”, al temor de poder dañarlo de algún modo, aunque ambos tengan la información  que no es necesario restringirse. Otras veces, pueden sentirse inhibidos por la fantasía de estar en presencia de un “tercero participando” (el bebé en la panza). A veces se tiende a separar la idea de maternidad de la de sexo. No se logra integrar la imagen de mujer-madre. La misma división puede surgir en el período de amamantamiento, cuando el hombre y la mujer sienten que si el pecho está siendo utilizado para nutrir al bebé, no puede ser al mismo tiempo, fuente de sensualidad.

     El embarazo y el nacimiento de un hijo es una de las crisis evolutivas vitales, y como toda crisis, implica conflicto y posibilidad de  cambio. Esta crisis llevará al progreso, si es bien elaborada. Es uno de los momentos más importantes de la vida de la mujer, de la pareja y de la familia. Como tal, no puede ser solamente una dulce espera. La complejidad en este momento consiste en conservar el espacio individual de cada integrante, así como también un espacio de pareja, un lugar como hijos de sus padres y a la vez como padres de sus hijos, y especialmente un espacio no sólo en el interior del cuerpo de la madre sino también en la mente de ambos padres para este nuevo ser que se está gestando: el hijo.

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Autor: Lic. Silvia Wajnbuch - Psicóloga. Especialista en niños y adolescentes. Buenos Aires - Argentina

Para saber más puede visitar el sitio de THERAPION.COM


martes, 25 de diciembre de 2012

Psicología de la timidez

La timidez no es un problema que se derive de una causa y efecto. No podemos decir que la timidez es producida por inseguridad, baja autoestima, miedos, falta de confianza; y la respuesta es muy simple, no se puede decir lo anterior ya que a su vez la inseguridad, baja autoestima, miedos y falta de confianza, etc., poseen su etiología, es decir que hay factores que los producen. Así vemos cómo se va trazando una cadena que engloba el problema en cuestión. Por tanto no puede entenderse simplemente como causa y efecto.



¿Qué es la timidez?


Según Wikipedia (2012) la timidez “es un estado anímico que afecta a las relaciones personales. Se le considera una pauta de comportamiento que limita el desarrollo social de quienes lo experimentan dentro de su vida cotidiana. No es una enfermedad”.

En otras palabras cuando hablamos de timidez no estamos halando de un trastorno o algún tipo de psicopatología, así como algún síndrome psicológico-psiquiátrico. Simplemente es una pauta de conducta que afecta limitando el desarrollo social (convivencia, sociabilidad) de quien lo presenta.

¿Qué la produce?

“Para Renny Yagosesky, escritor y orientador conductual, la timidez puede entenderse como una condición innata predisponente a la introversión social, o como una respuesta psicofísica aprendida, de intensidades variables, asociada con la expectativa de evaluación social negativa. Se manifiesta con cambios cognitivos, afectivos y conductuales, y que tiene como características asociadas, ansiedad, incomodidad vincular, estrés, inhibición expresiva, y tendencia a contactos interpersonales erráticos. Cuando es intensa o muy frecuente, suele estar acompañada de alteraciones psicosomáticas" (Idem 2012).

Según Yagosesky hay casos en los cuales la persona ya trae esa predisposición, y en otros casos se trata de una conducta aprendida a nivel psicológico y fisiológico.

Por otra parte Goleman en su libro titulado inteligencia emocional, argumenta que lo que causa la timidez, es por una parte, producto de “una disposición neuronal innata muy particular en los lóbulos prefrontales, que generarían una especie de sensibilidad alterada en un porcentaje de 15% de los sujetos con esta configuración. Afirma, sin embargo, que la mayoría de los aspectos asociados con la timidez son adquiridos socialmente (Idem 2012)”.

En esta otra explicación de Goleman, concuerda con la anterior de Yagosesky cuando se refieren por una parte que la causa es a nivel orgánico, y por otra cuando comentan que es una conducta aprendida socialmente.

Resultaría interesante investigar en otro momento, que tanto influyen los aprendizajes de las personas, producto de sus experiencias de vida a los órganos corporales, o viceversa.

Hay muchas formas para vencer la timidez, por ejemplo, consultar con un psicólogo en línea.



Autor: Oscar Miguel Figueroa Romero. Licenciado en psicología, Maestro en educacion, Certificado en Intervención individual para víctimas de la violencia familiar.

Publicado por THERAPION.COM